domingo, 22 de abril de 2012

Madurar no significa cambiar tus juguetes por celulares y computadoras, salidas en familia por boliches con amigos. Madurar es empezar a darse cuenta que no todo es color de rosa, que la vida no es felicidad pura, que hay amigos que no son para siempre ni amores de toda la vida, que siempre te decepcionan sin importarles tus sentimientos, que uno tiene que empezar a hacerse valer, que no hay que escuchar lo que piensen los demás, que no es bueno juzgar a la gente porque luego te llevas sorpresas, que, sintiéndose una basura por dentro, hay que mostrar una sonrisa para que todos vean que sos fuerte a pesar de lo que te va pasando en la vida, que las heridas que más duelen son las del alma y no las de la piel; madurar es tener una personalidad única, de la cual no te arrepientas y, por sobre todas las cosas, de la que seas feliz.